No cantamos en Misa; cantamos la Misa. Por eso, no puede cantarse cualquier cosa durante una Celebración Eucarística.
Los textos que aparecen en el Misal Romano, ya sean del ordinario de la Misa (Kyrie, Gloria, Santo, Padrenuestro, Cordero de Dios) o del propio del día (oraciones colecta, sobre las ofrendas, poscomunión, prefacio), pueden cantarse con diversos tonos o melodías. Simplemente hay que respetar el texto y no cambiarlo. Por ejemplo, al inicio del Rito de la Comunión no puede cantarse “Padre nuestro, Tú que estás en los que aman la verdad…” porque es el momento de rezar la Oración del Señor; no podemos cambiar las palabras con las que el mismo Jesús nos enseñó a orar por otras.
Hay otros momentos en los que se puede cantar, pero en los que no existe un texto dado por el Misal Romano. Es el caso de la entrada, la preparación de los dones y la comunión. En estos casos, la Instrucción General del Misal Romano dispone que se cante la antífona que para cada celebración prevé el Gradual Romano o del Gradual Simple (nn. 48, 74 y 87).
El Gradual Romano, cuya última versión es de 1974, contempla los textos musicalizados para estas partes de la Misa. El Concilio Vaticano II pidió que “se prepare una edición que contenga modos más sencillos, para uso de las iglesias menores” (SC 117). Por ello se editó una versión simplificada llamada Gradual Simple.
No obstante, la Instrucción General del Misal Romano permite que, en lugar de las antífonas del Gradual, en la entrada, en el la preparación de los dones, y en la comunión, se utilicen otros cantos, pero establece que los textos de esos cantos deben ser aprobados por la Conferencia de los Obispos (nn. 48, 74, 87 y 390). Es decir, no vale cualquier composición musical que se haga; debe estar aprobada por la conferencia episcopal para asegurar que su texto sea acorde con la fe.
Por ejemplo, suele cantarse “Jesús amigo” en la comunión. En el texto se dice “en cada misa tú repites tu sacrificio”. Sin embargo, en la Carta a los Hebreos (7, 27) se dice que Jesús ofreció su sacrificio de una vez para siempre; es decir, en la Misa no se repite el sacrificio como dice la canción; habría que decir que se renueva el sacrificio (CEC 1364, Lumen Gentium 3)
Los textos de los graduales son, fundamentalmente, versículos de la Sagrada Escrutura, con lo que da una clave sobre los cantos que han de componerse para estos momentos: deben tener una base bíblica.
Además de ser aporbados por la Conferencia de Obispos, debe cuidarse que los cantos sean adecuados con la índole de la acción sagrada, con el día o con el tiempo litúrgico (IGMR 48). No viene al caso, por ejemplo, cantar “Perdona a tu pueblo, Señor” en Navidad; o “Ven, ven, Señor, no tardes” el Domingo de Pascua.